
Camino a Fisterra en bicicleta
Un recorrido en bicicleta por la única ruta jacobea con origen en Compostela. Concluye en Fisterra, el “fin del mundo” para los peregrinos que desde la antigüedad acudían a contemplar el espectáculo de ver morir el Sol en el Atlántico. Un Camino para disfrutar del paisaje, el patrimonio artístico, la gastronomía y el mar.
Os proponemos recorrer en bicicleta la única ruta jacobea que no acaba, sino que empieza, en Santiago de Compostela. Y concluye en Fisterra, verdadero fin del mundo para los peregrinos que de antiguo acudían a contemplar el grandioso espectáculo de ver declinar el Sol en el Atlántico. Un Camino plagado de leyendas, mitos, historia y tradición, de verdes paisajes y villas marineras de la Costa da Morte.
Santiago como punto de partida
Os sugerimos llegar a Santiago de Compostela por la tarde. La ciudad, abierta y hospitalaria, brinda toda clase de alojamientos: albergues, hoteles con encanto y rurales, hostales o pensiones. La gran joya es el Parador del Hostal dos Reis Católicos.
De Santiago a Dumbría
Desayunamos y procuramos salir temprano con nuestras bicicletas, propias o de alquiler, para empezar cuanto antes la única ruta jacobea que se inicia en Compostela. Esta peregrinación se remonta a los albores del Camino de Santiago, cuando los romeros sentían el deseo de proseguir hasta Fisterra, el punto más occidental del mundo por ellos conocido.La ruta parte de la propia Praza do Obradoiro. Entre el Pazo de Raxoi y el Hostal dos Reis Católicos, donde se hallaba la antigua Puerta del Peregrino, el Camino desciende por calles como la Rúa das Hortas y continúa por Poza de Bar y San Lourenzo hasta su hermoso robledal centenario, que Rosalía de Castro inmortalizó en su obra Follas Novas.
Detrás se encuentra el antiguo convento de San Lourenzo de Trasouto, de importante valor artístico y también botánico. En su claustro guarda un gran y precioso seto de boj centenario, tallado con motivos geométricos de simbología religiosa.
Después descendemos hacia el río Sarela, donde el verde empieza a imponerse a la piedra. Discurrimos por el paseo acondicionado por su orilla, cruzándolo por estrechas pasarelas. Luego atravesamos pequeños núcleos rurales, bosques y colinas hasta llegar a la carretera general, para bajar más tarde hasta Augapesada, en el ayuntamiento de Ames.
Pronto iniciamos la ascensión al alto de Mar de Ovellas, donde podemos detenernos a contemplar el valle de A Maía. Luego descendemos hasta A Ponte Maceira, uno de los puntos de mayor interés del tramo. Se trata de un conjunto monumental cuyo elemento significativo es el puente sobre el río Tambre del siglo XIII. También destaca el poblado primitivo, el molino, la presa, la capilla y el pazo moderno.
Al otro lado del puente seguimos el curso del río por un tramo empedrado y nos encontramos el Pazo da Chancela. Está rodeado de una robleda y parcialmente abierto a las visitas, así que podéis acercaros. Fijaos en su escudo donde está labrado un puente partido. Representa el mismo que, según la leyenda, se hundió cortando el paso a los soldados romanos que perseguían a Teodoro y Atanasio, discípulos de Santiago que regresaban de pedir autorización al legado romano de Fisterra para poder enterrar al Apóstol.
Bajamos hasta Negreira, que cuenta con una variada oferta de alojamiento. Atravesamos la calle principal de la villa bajo uno de los tres arcos que soportan la galería almenada y balaustrada que une el Pazo de Cotón con la capilla de San Mauro, de los siglos XVII y XVIII respectivamente. Podemos examinar con más detenimiento sus doce escudos tras comer algo y descansar. El territorio es conocido por su actividad ganadera y láctea, por lo que os sugerimos que os decantéis por un plato de ternera asada o pollo de corral al horno, típicos de la zona.
Salimos de Negreira por un pequeño puente sobre el río Barcala. La ruta coincide con algunos tramos del Camino Real de Fisterra. Hallaremos interesantes ejemplos de arquitectura popular, como el conjunto de hórreos de As Maroñas, en el ayuntamiento de Mazaricos.
Por momentos el Camino discurre en zonas de altiplano, obteniendo excelentes vistas. Desde las estribaciones de Monte Aro podéis contemplar parte del río Xallas, su embalse y sus valles. Llegamos al lugar de Ponte Olveira, cuyo puente medieval nos sitúa en el municipio de Dumbría.
Concluimos la jornada en la parroquia de Olveiroa. Junto al albergue hay varios alojamientos donde cenar, charlar sobre la etapa y descansar.
De Dumbría a Fisterra
Tras un buen desayuno, dejamos Olveiroa y enseguida alcanzamos la cercana población de Hospital, donde el Camino se bifurca hacia Muxía y Fisterra.
Tomamos la ruta de Fisterra y pronto llegamos a las inmediaciones del Santuario das Neves y después a la popular ermita de San Pedro Mártir, que tiene una fuente “milagrosa” a la que se atribuye la curación de varias dolencias.
Desde aquí el terreno asciende. Ya en lo alto, junto al Cruceiro da Armada, podemos contemplar por primera vez la aún lejana Fisterra, bañada por el Atlántico. Luego el terreno desciende hasta Cee, villa típicamente marinera, a donde llegamos por el Campo de Sacramento y la Rúa da Magdalena.Desde Cee se divisa el próximo destino, Corcubión, declarado Conjunto Histórico-Artístico por sus casas nobles y su arquitectura popular marinera. A la entrada está la iglesia de San Marcos, un buen ejemplo de gótico-marinero y neogótico y declarada Bien de Interés Cultural.
Os animamos a dejar de pedalear y disfrutar detenidamente de un recorrido por el Paseo Marítimo, con sus hermosas casas de amplias galerías y balcones que miran a la ría. A lo largo de la caminata encontraréis locales donde degustar deliciosas tapas.
Incluso, si el tiempo es propicio, podéis daros un baño en la playa de Quenxe, hacia el final de la villa.Tras la sobremesa y el descanso nos ponemos de nuevo en camino hacia Fisterra, ya muy cerca. Después de pasar por las aldeas de Vilar, Amarela, Estorde y Sardiñeiro nos despedimos de Corcubión en un mirador desde donde vemos Fisterra y su cabo. Allí llegamos después de bordear durante unos dos kilómetros las formaciones dunares de la hermosa y extensa playa de Langosteira. Aunque el camino va en paralelo a las dunas os recomendamos recorrer este tramo a pie de playa, como suelen hacer los peregrinos.
El final de la ruta continúa hasta el Faro. Siguiendo por la carretera que nos conduce hasta allí nos encontramos con la iglesia de Santa María das Areas, epicentro de la tradición jacobea de Fisterra. Una preciosa arcada, que se cree que formó parte del desaparecido hospital medieval de peregrinos, nos da paso al templo.
Aquí vemos brillar con luz propia el venerado Santo Cristo de Fisterra. Esta talla gótica está envuelta en leyendas, pues se dice que apareció en la costa tras ser arrojada al agua desde un barco durante una tormenta. Cada Semana Santa se celebra la Festa do Santo Cristo, declarada Festa de Galicia de Interese Turístico.
Después de la visita seguimos ascendiendo por la misma carretera. A mitad de subida, la escultura de un peregrino medieval nos sale al paso. Más adelante, el mojón del kilómetro cero nos da la bienvenida al entorno del Faro. A la entrada nos recibe La Sirena, un edificio de finales del XIX destinado a usos turísticos, donde sellan credenciales, recaban estadísticas y nos ofrecen la información que precisemos.
Nos encontramos en el lugar donde antiguos geógrafos grecorromanos ubicaban el Promontorium Nerium o Ara Solis, altar de culto al Sol, construido por los fenicios y que según la leyenda el mismo Apóstol Santiago hizo destruir poco después. Aquí los romanos y los pueblos que los precedieron se asomaban a su “fin del mundo” para asistir al grandioso espectáculo de ver el Sol sumergirse en el océano.